sábado, 11 de abril de 2015

La pluma




     En el borde de la ventana y en las ramas de los árboles, delicado pájaro.

     Desde allí una pluma blanca cae con insuperable suavidad y cadencia. Casi no es materia.

     Dibuja unas ondas transparentes, las mismas que yo escribo con mis caricias en tu espalda.

     La imagen se detiene. Permanece ingrávida ante tus ojos: ¿quizá tan fino tejido te pertenezca?


     Para mí, un aire de luz, un océano de vida en el que me diluyo.

     A cada paso me deshago. Cada tramo que recorro al separarme de ti me borra.



sábado, 28 de marzo de 2015

Primavera

    

     En primera línea el agua azul turquesa; detrás, lapislázuli blando. A mis pies, un te quiero cicatriza en la arena. Lame el agua las huellas descalzas y las convierte en besos.

     Una botella llega con un mensaje: aún en su vacío, trae la primavera.

     Dos cometas bailan: tú y yo a merced del tiempo. Me esperas cuando encallo, y subes conmigo más alto después. El viento enreda nuestra danza, desde arriba todo es azul, inmenso.

   



sábado, 21 de febrero de 2015

Obra inacabada. A Saramago.



    

Los papeles emborronados se desinflan en el cajón más inaccesible del escritorio. Las palabras en ellos anotadas se hunden en el olvido como hierro al rojo en la carne del ganado: ¿es este su sitio?

Los lápices viejos han dibujado un paisaje, un cuadro que nace arrinconado. El delineante pisa las gotas de agua que una lluvia invisible ha salpicado sobre los adoquines, desfigura el trazo que la humedad cosía.

El alfarero acaricia la suntuosa arcilla de la que saca las formas. Sus cuencos acunarán el vacío y mecerán el agua sin que importen los surcos que se escaparon de su sueño, territorio también imperfecto.

Estar donde se debe estar, a pesar de ser una obra inacabada.




Casa dos Bicos, Fundación José Saramago; olivo de Azinhaga en el que fueron esparcidas parte de sus cenizas. Lisboa.


domingo, 30 de noviembre de 2014

Tormenta



Suenan las campanas. La calle está solitaria y el sonido se graba en el adobe de la vieja tapia como si fuera un recuerdo. 


Llovió con gruesas gotas que estallaban como globos en la acera. Su pecho se estremecía bajo la caricia húmeda de la tela mojada, y en su camisa blanca se dibujaba un relámpago. El mar luego se quedó en calma. Tras la tormenta el sol se fundió en el agua tranquila.


El romero ilumina la vereda con su olor, es una candela verde. Y el tiempo es la espada, el rojo gladiolo que mece su color en mi sangre. 


Mar en calma, tras la tormenta.         
   Yo también me marché, como la gaviota que ella hizo volar con sus manos alegres.   













domingo, 26 de octubre de 2014

El hilo


Estamos hechos de polvo de estrellas y las cenizas de los astros se inquietan en nuestras venas en busca del firmamento. 





El paso del tiempo se marca con los ruidos de la vida que respira sobre las aceras. Y con la luz, que no se agota y arropa los cuerpos como escurridiza sábana de seda.




Nos anudamos unos a otros como las gotas de agua en la ola que barre la arena.




martes, 30 de septiembre de 2014

Las viñas de otoño



El otoño sangra sobre las viñas, muda púrpuras sus hojas.
Se envuelven con el sol tibio, confunden sus graves colores, porque el frío brota poco a poco.

  

Se quedarán después desnudas y desvaídas en su esqueleto negro. 
Alargarán sus nervios, sus dedos, para asir en el aire fantasmas que no se manchan de barro. 



En el silencio se oye su miedo a no despertar.
Temen que su verde de primavera quede cautivo en los nudos negros de su ropaje de invierno.

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miércoles, 17 de septiembre de 2014

Otoño



Huele, se siente el otoño, nos cita en el calendario. 
En el aire serpentea el viento fresco de la melancolía. 

A través de la ventana se aprecia una mujer solitaria;
Evoca un sol ya sin carne de fuego y oro. 

De nuevo vuelve a quedar la piel como único calor, 
Y una imagen velada nos transforma en Ícaros de otoño.