lunes, 29 de abril de 2013

La memoria del agua


Mar.


El agua acaricia todos los cuerpos. Les toma las medidas, juguetea con los escondrijos, lame sus secretos. Al salir del mar la piel lleva sus gotas como jinetes sonrientes al sol. Agua viajera.

¿Se acordará el mar de cada cuerpo, de cada playa?  ¿Se acordará de cada pez, de cada alga? Yo creo que sí.

El agua, en el mar, es valiente: siempre reta al horizonte y corre por debajo del cielo con la ilusión desesperada de tocarse a lo lejos.
El agua es como la memoria.

Después la lluvia se convertirá en alfileres que acarician las piedras y se derriten sobre los cristales en arroyuelos perdidos, sin desembocadura.

Más que recuerdos, la lluvia llueve nostalgia; arrastra la verde melancolía de otros campos y nos la tira a la cara, a la fruta y al asfalto. La lluvia nos devuelve el tiempo.
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