viernes, 31 de julio de 2015

Montañas

Días largos de verano, el tiempo se riza en las olas; las montañas, de papel de seda, flotan en la
plata del mar. En bandeja de luz, su silueta se recorta sobre la calina, que brota
blanca mientras las pieles se escurren húmedas como peces. Líquida es también la respiración entre
los besos.





Otras montañas, las de niebla, reptan por la arena y caminan como hadas sobre el mar cincelado,
libro de plomo escrito por los marineros. La bruma se levanta y se enreda con el humo: las almas
del agua y del fuego se abrazan, y vuelan. Burbujas de neblina se alejan luego para deshacerse
detrás del horizonte.

Se han borrado las líneas, puntos de colores se dispersan en la orilla: me visitan trazos de luz para
quedarse incrustados en las grutas que me conforman.