El agua se derrama, sola bajo la tierra. La oscuridad la confunde, y no le llega el frío.
Se ha extraviado en busca del mar. Va ciega entre los terrones que a su paso se deshacen en reverencias dulces.
Arriba, en la superficie, los árboles se sobrecogen por la escarcha mientras el agua perdida les lame los pies. Se mantiene líquida, sanguínea; se extiende por un submundo de gusanos y lombrices, sola