sábado, 21 de febrero de 2015

Obra inacabada. A Saramago.



    

Los papeles emborronados se desinflan en el cajón más inaccesible del escritorio. Las palabras en ellos anotadas se hunden en el olvido como hierro al rojo en la carne del ganado: ¿es este su sitio?

Los lápices viejos han dibujado un paisaje, un cuadro que nace arrinconado. El delineante pisa las gotas de agua que una lluvia invisible ha salpicado sobre los adoquines, desfigura el trazo que la humedad cosía.

El alfarero acaricia la suntuosa arcilla de la que saca las formas. Sus cuencos acunarán el vacío y mecerán el agua sin que importen los surcos que se escaparon de su sueño, territorio también imperfecto.

Estar donde se debe estar, a pesar de ser una obra inacabada.




Casa dos Bicos, Fundación José Saramago; olivo de Azinhaga en el que fueron esparcidas parte de sus cenizas. Lisboa.