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sábado, 21 de febrero de 2015

Obra inacabada. A Saramago.



    

Los papeles emborronados se desinflan en el cajón más inaccesible del escritorio. Las palabras en ellos anotadas se hunden en el olvido como hierro al rojo en la carne del ganado: ¿es este su sitio?

Los lápices viejos han dibujado un paisaje, un cuadro que nace arrinconado. El delineante pisa las gotas de agua que una lluvia invisible ha salpicado sobre los adoquines, desfigura el trazo que la humedad cosía.

El alfarero acaricia la suntuosa arcilla de la que saca las formas. Sus cuencos acunarán el vacío y mecerán el agua sin que importen los surcos que se escaparon de su sueño, territorio también imperfecto.

Estar donde se debe estar, a pesar de ser una obra inacabada.




Casa dos Bicos, Fundación José Saramago; olivo de Azinhaga en el que fueron esparcidas parte de sus cenizas. Lisboa.


miércoles, 23 de abril de 2014

Las amapolas

Bruñe el sol las praderas, seca sus lluvias, apacigua los vientos y les hace brotar sangre. Borbotean entre el verde sus gotas, manantial del corazón enterrado en el centro. Burbujas de tiempo.Pequeños volantes vivos que se ondulan hacia el infinito; bailan  y se rizan retadores con su fragilidad como arma.    
    
Besos furtivos son sus pétalos. Son suaves como labios perdidos.   

Mi mirada se baña en esta agua roja, donde estuvo el frío blanco del dulce almendro. Aquí me cegó la belleza de la última primavera incrustada en el invierno. Aquí me encuentro. Esta delicada hoguera no quema, el manto verde me refresca con el tacto de las lágrimas que ya cayeron.