miércoles, 7 de mayo de 2014

Las hayas

           Tuve la ilusión de ser un foco bajo las hayas. La primavera les hacía arder de luz, en sus hojas nuevas. El sol de una mañana vestida de gala serpenteaba en ellas y se volvía limpia acuarela y delicado suspiro.

Me rondaron las hayas con mil caricias de flecos blancos. Rodeada, tuve la paz y el brillo de la pequeña luciérnaga. En el reposo sus alientos cálidos amaron sobre el amor mi piel, que ya era tierra y era bosque.




Tuve la ilusión de ser luz tendida bajo las hayas. Merodeaba tu respiración, brisa verde; la fuerza del corazón se derramaba. Sentimos, con el llanto del recién nacido, que éramos estrellas sopladas por el sol en su cortejo de mayo.


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