miércoles, 2 de octubre de 2013

La tórtola y el ciprés


Mi padre me mostró una tórtola posada en la cima de un ciprés.


El árbol escribía en el cielo palabras transparentes con su punta de pincel. Sobre esa llama verde se posó una tórtola; su menudo cuerpo comenzó a balancearse en tan grandioso columpio. Un collar negro enmarcaba su inquieta cabeza y presentaba orgullosa el mirar de sus ojos, alfileres de azabache. Se dejaba llevar, como si fuera sencillo estar tan alto, y tan sola.


Lo que ahora veo son globos perdidos, y nuestro aliento antes de que se disuelva en la noche.




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